6 Pasos para alcanzar un objetivo que requiere constancia

¿Alguna vez has deseado algo que requiere esfuerzo y perseverancia? ¿cuántas veces has renunciado a un deseo sólo porque requiere un esfuerzo diario y constante que crees que no eres capaz de ejercer? No estás solo/a, le sucede a todo el mundo con todo tipo de deseos como, por ejemplo, dejar de fumar, ponerse en forma o sacar buenas notas. Es un fenómeno extremadamente común desistir de un objetivo por creer que uno “no puede”. Aunque sea imposible perseguir todos nuestros deseos y a veces tengamos que renunciar a algunos, si la renuncia se convierte en un hábito, puede llegar a ser perjudicial para nosotros al dejarnos en un estado de inmovilidad y estancamiento.
En este artículo vamos a explicar nuestros consejos para lograr objetivos personales que requieran constancia, tenacidad y paciencia. En suma, vamos a mostrar algunas claves sobre cómo se puede adquirir un hábito positivo.
1. Identifica creencias y mitos nocivos
El primer paso es identificar aquellas creencias o falsos mitos que tenemos acerca de nosotros mismos y nuestras capacidades, que nos impiden poner el esfuerzo necesario para llegar a nuestros objetivo. Seguro que has oído a alguien decir alguna vez “es que no tengo fuerza de voluntad”, “es que no soy lo suficientemente listo”, o “es que siempre se me han dado mal las matemáticas”. Estos mitos están siempre expresados en términos absolutos, en este caso “no tengo”, “soy”, o “siempre”. Los términos absolutos son una buena pista para identificarlos. La fuerza de voluntad se entrena, al igual que la inteligencia o la habilidad matemática. Y una buena manera de entrenarse es a través de la práctica constante. Debemos acostumbrarnos a identificar estos mitos cuando aparezcan en nuestros pensamientos, para poder dejar de creérnoslos y poder empezar a superarlos. En esta entrada encontrarás más información sobre cómo las proprias creencias que tenemos sobre nosotros mismos pueden llegar a autolimitarnos.
2. Define tu motivación
Un paso muy importante es lograr definir el motivo para cambiar un hábito. La razón es que, en el futuro, cuando flaqueemos, será muy útil para nosotros recordar por qué empezamos. También nos será útil para definir nuestra meta, ya que elegiremos nuestra meta en función de cuánto sirve a nuestra motivación.
Obviamente, mientras más fuerte o urgente sea una motivación, más probable es que nos ciñamos al plan. Por ejemplo, si tu médico te dice que debes dejar de fumar porque tienes una grave enfermedad y tu vida corre peligro, probablemente le hagas más caso que si te lo pide un compañero de piso.
Contéstate a ti mismo/a estas preguntas, y recuerda tu respuesta: ¿Por qué quiero este cambio? ¿Para quién estoy haciendo este cambio?
3. Define tu meta
Definir hasta dónde quieres llegar es importante, ya que va a ser una marca de nuestro progreso, nuestro ritmo, y nuestro límite. Por ejemplo, no es lo mismo “quiero perder peso” que “quiero bajar 20kg”.
En ciertos casos, definir la meta es sencillo, como, por ejemplo, en el caso de querer dejar de fumar. En otros casos, es más complicado. Elije una meta que sea realista, pero ambiciosa. Por ejemplo, si quieres mejorar tu nota cuando estas estudiando, proponerse “sacar un 10 en todas las evaluaciones” puede ser poco realista, pero “sacar más de un 9 en todas las evaluaciones” puede que ya sea suficiente para conseguir aquello que te motiva.
4. Define tu plan
Esta es la parte en la que defines el método que vas a usar para conseguir tu objetivo, y cuándo vas a empezar. Es decir, tu plan.
A veces el método no tiene muchos misterios. Por ejemplo, si quieres dejar de fumar, el método puede ser dejar el consumo de tabaco o usar parches de nicotina. Si quieres mejorar tus habilidades matemáticas, en cambio, puedes hacerlo dedicándote un número de horas determinadas cada semana a leer teoría y resolver problemas.
Definir una fecha de inicio es sumamente importante. Es recomendable elegir una fecha de inicio no muy tardía, para no perder nuestra determinación. A veces tampoco es bueno elegir una fecha muy inmediata, ya que, si no estamos preparados para ese momento, un mal comienzo nos puede frustrar.
En tu plan, no incluyas una fecha para llegar a tu meta. El progreso es función de tu esfuerzo, pero también de muchas otras variables fuera de nuestro control. Si eres persistente y le dedicas el tiempo suficiente, alcanzarás tu meta eventualmente.
5. Monitorea tu progreso, celebra tus logros
Mientras más te adhieras al nuevo hábito, más cerca estarás de tu objetivo. ¿Cuántas veces has seguido tu nuevo hábito esta semana? ¿Qué cambios has notado?
Si has notado algún cambio positivo, ¡enhorabuena! Celébralo y recuerda que eres capaz de progresar. Ya tienes un logro. Si no has notado ningún cambio positivo, persevera. Si sigues así, llegará.
Para ver tus progresos, acuérdate de cómo era todo antes de que empezaras. Compárate con tu yo de antes, pero nunca, NUNCA, te compares con otras personas. Compararse con otros sólo te llevará a frustrarte, porque siempre habrá alguien a quien se salgan las cosas más fácilmente que a ti. Cada uno tenemos nuestro camino, no sabemos por lo que los demás han pasado, y no tenemos las mismas condiciones.
6. Aprende a levantarte cuando falles
Todos, en algún momento, nos equivocamos, flaqueamos, y nos desanimamos. Si en algún momento no cumples con tu plan, o te das cuenta de que el plan tiene un fallo, no te desanimes. Renunciar a tu meta, a tu deseo, sólo por una mala racha, puede convertirse en un mal hábito. Aprender a levantarte, o a “rebotar” cuando las cosas no salgan bien, es uno de los mejores aprendizajes que puedes hacer en la vida. Si te acostumbras a “rebotar”, cualquier objetivo que te propongas te resultará más fácil.